Françoise Hardy finalizó 1962 convertida en una estrella pop. Nadie - ni siquiera ella misma - había previsto que fuese a suceder así. Vogue no tenía muy claro qué tipo de cantante era ni cómo debía orientarse su carrera discográfica. Los inicios fueron de lo más titubeante. En Francia, Françoise era todo un personaje público. ¡Pero en la Vogue no sabían qué hacer con ella!
La muestra más clara de la enorme desorientación de Vogue está en la elección de Roger Samyn como arreglista y director de orquesta de las grabaciones de FH. Las canciones de la época Samyn, con alguna excepción, parecen estar equivocadas en su planteamiento. Françoise componía todo ella misma, aunque la obligaron a que firmase las canciones junto a Samyn, hasta que pasara un examen de solfeo. El tratamiento de Samyn era pobre, muy pobre en comparación con el que se daría a las canciones de FH a partir de 1964, cuando comenzó a grabar en Londres. Por alguna razón, Samyn creía que unos arreglos minimalistas de guitarra, bajo y batería eran suficientes. En 'Tous Les garçons...' la cosa funcionaba bien, pero en las demás canciones - que tenían menos gancho - el resultado parecía flojo. La cantante hizo saber a su círculo más íntimo que no le gustaba lo que Roger Samyn estaba haciendo con sus canciones.
La fórmula no iba a cambiar con la llegada del nuevo año, como veremos. Si FH era para la prensa una especie de heroína del twist (lo que no es del todo desacertado si se aplica a las tres canciones más simples de su primer EP, pero no a 'Todos los chicos...') para Vogue y para Samyn también iba a serlo, por lo menos al principio. Así, excepción hecha del tema estrella del primer disco, los otros tres desconciertan, sobre todo si se conoce la trayectoria posterior de Françoise. 'Il est parti un jour' es agradable pero nada más. 'Oh, Oh Chéri' puede olvidarse sin problema y 'Je suis d'accord' es divertida y ágil, un retrato de la juventud francesa del 62, pero para nada el tipo de obra que FH crearía un año más tarde, en cuanto le dejasen un poco más de libertad.
Con el segundo EP (EPL 8047) publicado en vísperas de la Navidad del 62, el papel de Samyn siguió siendo tan importante como antes. 'C'est á l'amour auquel je pense', 'Ça a raté', 'J'ai jeté mon coeur', y 'Le temps de l'amour' suenan exactamente igual que las cuatro canciones del primer EP. Las variaciones de estilo son inapreciables y da la impresión de que todas ellas provienen de las mismas sesiones de las que salió el primer disco. De hecho, varias tienen un aire similar a 'Tous les garçons...'. Seguida por millares de adolescentes y jóvenes, millonaria (según las revistas de papel couché), vendedora de discos a miles, FH se encontraba en una curiosa situación en su casa de discos: seguía siendo tutelada por Roger Samyn, que la acompañaba con su orquesta en las grabaciones y que continuaba figurando como coautor de las canciones, aunque ni escribía la música ni colaboraba en las letras. Aún así, cobró la mitad de los royalties de los cuatro millones de copias que 'Tous les garçons...' vendió en Francia entre 1962 y 1963.
Sin embargo, en 1963 empezaron a pasar cosas que definirían la posterior carrera de FH en la Vogue. Estas nuevas pautas se mantendrían hasta 1967/68, años en los que la relación con la casa de discos se empieza a venir abajo y FH comienza poco a poco a marcar distancias. Para empezar, Vogue se entera de que Françoise no está contenta trabajando con Samyn. La discográfica duda entre seguir con la fórmula que les había dado el éxito o hacer caso a una cantante que parece tener claro lo que necesita y buscar otro arreglista. Los días de Samyn estaban contados... ¡y ni siquiera había teminado 1962!
Escrito por Equipo de Pop Thing el 28 de Septiembre de 2005 · 01:17 PM
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