Hace un año, os contábamos que Spencer Leigh había escrito un libro sobre Billy Kinsley y Los Merseybeats y lo bueno que eso era, lo bueno que es que se escriba y se publique sobre grupos y cantantes de los 60 que, siendo hoy históricos, no se perciben como pertenecientes a la primera división del pop de los años 60. Toda la información que no se transmita es información que se pierde y todos los datos que cada músico pueda aportar completan los aportados por los demás y ayudan a formar una imagen más completa de la música de cada país. Por eso nos alegramos tanto en su día por el libro sobre Billy Kinsley y volvemos a alegrarnos hoy porque otro Billy, Billy J. Kramer (junto a Alyn Shipton) ha publicado una muy buena autobiografía de 185 páginas. Lo ha hecho en Equinox, una pequeña editorial dedicada a los estudios sobre música, con oficinas en Sheffield (Gran Bretaña y Bristol (Connecticut, Estados Unidos). Las memorias de Kramer eran muy esperadas y no defraudan, creednos.
La importancia de Billy no es menor, porque fue parte de los elegidos de Brian Epstein y esto le abrió las puertas de su círculo más personal, incluyendo a Los Beatles, a los que ya conocía de cruzarse en los innumerables clubes de Liverpool. El acceso privilegiado a ese mundo, que se mantuvo hasta la muerte de Epstein en 1967, le convirtió en un espectador de primera fila. Por eso su biografía se esperaba con interés. Y menos mal que al fin se decidió a escribirla, porque ya casi nadie contaba con ella.
Kramer y Alyn Shipton cuentan la historia desde el principio, desde que Billy nace en Bootle, tan cerca de Liverpool que casi se considera parte de la ciudad. La historia familiar se detalla con afecto: el chaval pasó una feliz infancia en una familia humilde y honrada, que vivía en una casa adosada de la corporación local, una casa sin calefacción y con luz de gas. No tuvieron electricidad hasta muchos años después, cuando Billy ya actuaba. El chico empezó a cantar y tocar la guitarra muy pronto, con la llegada del skiffle y del primer rock and roll. Y aquí se desmonta un mito: Billy no apareció en la escena musical local de la noche a la mañana, al contrario: cuando Epstein lo descubrió, llevaba cinco o seis años tocando con amigos y grupos y era ya muy conocido en Liverpool. Seguramente, eso sí, sin Brian no hubiese triunfado tan a lo grande. Y quizá hubiese sido mejor así.
¿Mejor sin Brian Epstein? En el caso de Billy J. Kramer, sí. Aunque la relación profesional y amistosa con su manager le reportó muchas ventajas y un apoyo personal que duró mientras vivió Brian, Kramer reconoce que las decisiones que se tomaron en 1963 hicieron que su vida fuese muy difícil, tensa y complicada hasta finales de los 60. La presión hizo mella en el cantante -que entonces era nervioso e inseguro- y le empujó al consumo de alcohol y drogas para sobrellevar el día a día. Sí, Kramer triunfó, pero pagando un precio que, según admite, era demasiado alto. Todo empezó mal cuando lo emparejaron con The Dakotas.
Billy llevaba de grupo a The Coasters. Todos eran amigos y no era un mal conjunto, pero Epstein los grabó una tarde y decidió que no eran lo suficientemente profesionales, algo en lo que Kramer le da parte de razón. El mánager se encargó de buscar otra banda y tras intentarlo con The Remo Four, se lo acabó ofreciendo a The Dakotas, músicos de Manchester, muy buenos, profesionales, que sabían leer partituras y que, al parecer, tenían un alto concepto de si mismos. Los Dakotas aceptaron, no porque Billy les gustase, sino por ser Epstein su mánager y por el potencial que eso suponía para ellos. La fricción entre cantante y banda ya era conocida, pero no hasta el grado que Billy cuenta en su libro: se conocieron el 6 de enero de 1963, ensayaron juntos en The Cavern y casi desde ese momento, Kramer ya le anunció a Brian que eso no iba a funcionar. Y se lo repitió varias veces durante 1963 y 1964, pero su opinión cayó en saco roto y la forzada colaboración se mantuvo hasta 1967.
En EMI, la relación con George Martin no empezó mejor. Epstein hizo que EMI fichase a Billy y la compañía se lo asignó a Martin, porque era el productor de referencia para todo lo que viniese de Liverpool a través de NEMS. El problema era que a George Martin no le gustaba nada que EMI le impusiera trabajar con artistas: la selección era asunto suyo. Gracias a Mark Lewisohn, hoy sabemos que Martin tampoco aceptó de buen grado a Los Beatles y que se desentendió de su audición, todo porque EMI se los imponía para hacer un favor a ciertas personas de un departamento concreto de la casa. Todo un carácter.
Si, pese a todo, Billy J y Los Dakotas tuvieron éxito, fue por las canciones cedidas por Lennon y McCartney. Con un productor que no tenía un gran concepto de Billy y una banda abiertamente enfrentada a él, a Kramer le salvaron el apoyo incondcional de Brian Epstein y la amistad con Los Beatles. John y Paul no se limitaron a pasarle canciones que ellos no iban a usar, sino que asistieron -juntos o por separado- a las sesiones de grabación (sí, a todas), aportando ideas y arreglos y actuando como directores artísticos. Por ejemplo, Lennon estuvo en Abbey Road en junio de 1963, mientras Billy J. grababa 'Bad To Me' y tanto él como Paul estuvieron presentes en las sesiones de 'From a Window', en mayo de 1964: McCartney incluso sale en la toma oficial, cantando con Kramer, durante los últimos segundos. ¿Resultados? Cinco Top 10, con dos números uno, entre 1963 y 64.
Como os hemos adelantado antes, el éxito masivo de Billy tuvo un alto precio para él. Quizás, en circunstancias más tolerables, el cantante lo hubiese llevado mejor, pero en las suyas no pudo. El continuo ir y venir de conciertos, giras, entrevistas, viajes a Estados Unidos y demás actividades está muy bien descrito en el libro, al igual que la relación tóxica entre el cantante y el grupo, que no auguraba nada bueno. La etapa más famosa de la carrera del chaval de Bootle fue perdiendo altura poco a poco, hasta caer a plomo en 1967. Pero la fuerza interior que descubrió en sí mismo, su humildad y su ética del trabajo lo salvaron. Billy había sido aprendiz de mecánico en la British Rail, en los talleres de Aintree y Bank Hall. Allí, ayudando a reparar las últimas locomotoras de vapor (¡incluida la Flying Scotsman!), el chico aprendió a tener los pies en la tierra y a trabajar duro. Y eso hizo desde 1967 en adelante: pelear por mantener su reputación artística, aprovechando todas las oportunidades que se le pusieron en el camino y aceptando cualquier contrato, ya fuese en Rodesia o en la TV británica, en Salisbury o en Nueva York.
La biografía de Billy J. Kramer, el cantante mejor vestido de todo el Mersey Beat de Liverpool, acaba felizmente. Pero no os vamos a contar más: si hemos despertado vuestro interés con esta reseña, descubrid lo mucho que tiene que ofrecer Do You Want To Know A Secret. The Autobiography of Billy J. Kramer. Por cierto, y para cerrar ya: la edición es muy bonita, con una atractiva cubierta en cartoné de primera división, textos revisados, discografía, sesionografía y unas treinta fotografías inéditas.
Escrito por Equipo de Pop Thing el 8 de Junio de 2017 · 04:49 PM
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